El clima de Mongolia se caracteriza por ser continental extremo con cuatro estaciones muy marcadas y grandes variaciones de temperatura. Para planificar cuándo viajar a Mongolia es fundamental considerar que la temporada alta (junio-agosto) constituye sin duda el período óptimo para explorar este fascinante país asiático, destacando julio como el mes más favorable, cuando la naturaleza despliega todo su esplendor, las temperaturas son agradables y se celebra el emblemático Festival Naadam, permitiendo disfrutar plenamente de la vida nómada y los impresionantes paisajes mongoles.
Ulaanbaatar y la región central experimentan un clima extremo, siendo la capital la más fría del mundo. Durante el verano (junio-agosto), las temperaturas oscilan agradablemente entre los 10°C y 25°C, ideal para explorar la ciudad, sus monasterios budistas como Gandantegchinlen y el impresionante monumento a Genghis Khan. La primavera (abril-mayo) y el otoño (septiembre-octubre) presentan temperaturas variables, con días que pueden ser cálidos y noches frescas, además de fuertes vientos ocasionales, especialmente en primavera. Si visitas Ulaanbaatar en julio, podrás presenciar la ceremonia inaugural del Festival Naadam, donde miles de mongoles vestidos con sus coloridos trajes tradicionales (deel) llenan el Estadio Nacional para un espectáculo cultural único.
Por su parte, la región del desierto del Gobi, uno de los destinos más emblemáticos del país, presenta condiciones extremas durante todo el año. En verano las temperaturas diurnas pueden alcanzar los 40°C, cayendo drásticamente hasta los 5°C por la noche, creando un contraste térmico fascinante bajo las estrellas del desierto. La mejor época para visitar el Gobi es entre junio y septiembre, cuando los caminos son más accesibles y las condiciones permiten explorar atracciones como las dunas de Khongoryn Els, los acantilados flamígeros de Bayanzag y el increíble cañón de Yolyn Am, que sorprendentemente puede conservar hielo incluso en pleno verano.
El invierno mongol (noviembre-marzo) es extraordinariamente severo, con temperaturas que pueden descender hasta los -40°C en enero, convirtiendo a Ulaanbaatar en la capital más fría del mundo. Esta temporada, aunque desafiante, ofrece una Mongolia auténtica y menos turística, con experiencias únicas como el Festival del Hielo en el lago Khövsgöl en marzo, donde se realizan competiciones sobre el lago completamente congelado, o la oportunidad de fotografiar a los legendarios pastores de renos Tsaatan en un entorno invernal espectacular.
Los meses de transición (abril-mayo y septiembre-octubre) traen consigo ventajas interesantes. En primavera, el deshielo reverdece paulatinamente los paisajes y nacen las crías de animales en las estepas, mientras que el otoño tiñe brevemente de dorado y rojizo algunas regiones antes del invierno, con menos turistas y precios más económicos. Sin embargo, los vientos primaverales pueden ser intensos y las precipitaciones otoñales ocasionales pueden complicar el acceso a zonas remotas.